Tanto las tropas napoleónicas como las de la Alemania Nazi cayeron en Rusia, en épocas distintas, pero de la misma manera: los rusos retrocedieron, dejando a sus enemigos a merced de la inmensidad, el frío… Más allá de estrategias militares, este movimiento es una clave para entender la historia rusa: cualquiera que quiera tener allí algún poder, tiene que vérselas con una extensión ingobernable y una sociedad inabarcable. Desde Iván el Terrible hasta la URSS de Stalin, la dinastía Romanov y la revolución Bolchevique, todo en esta historia es desmesurado, gigante, trascendente en el tiempo y el espacio, en la Historia y el mundo.
DE LOS ESLAVOS A LA DINASTÍA ROMANOV
El inmenso territorio ruso estuvo poblado desde tiempos paleolíticos por diversas tribus. Hacia el siglo VI los pueblos eslavos se asentaron en los territorios que van desde la actual Polonia hasta la región balcánica. En el siglo VIII, el ejército vikingo fundó el reino de Kiev. Llegado el siglo X, el reino de Kiev era un poderoso actor político y comercial, fortalecido por la consolidación de la Iglesia Ortodoxa Rusa y por los recursos que lograba por el comercio entre el sur y el norte de Europa.
En el siglo XI el reino de Kiev se desintegró en una multitud de principados unidos que apenas pudo resistir el avance arrollador de los mongoles liderados por Gengis Khan a partir del año 1.223. La mayoría de los sobrevivientes escaparon hacia el norte, éxodo que trasladó el eje del poder: la nueva sede del reino ruso pasó a ser Moscú.
Las invasiones mongolas continuaron en los años siguientes, al tiempo que Suecia y Lituania lanzaban incursiones sobre el oeste ruso para apropiarse de sus territorios. La resistencia del príncipe Aleksandr Nevski, con apoyo de los mongoles, comenzó a esmerilar el sentimiento de unidad de los rusos.
El príncipe moscovita Iván II El Grande inició una política de expansión territorial. Llegado el siglo XV, Rusia había multiplicado su territorio.
En 1547 asumió el principado de Moscú Iván IV, “El Terrible”, quien se proclamó Zar de Rusia y ejecutó una política de concentración del poder que llevó a la muerte o el exilio a los nobles que se negaron a someterse a su poder. En 1571 los tártaros de Crimea llegaron a Moscú y la devastaron. Otras guerras contra las potencias fronterizas del oeste llevaron a la ruina al reino.
En 1613, Miguel Romanov fue nombrado zar con el título de Miguel I. Tras firmar una tregua con los estados europeos que amenazaban sus fronteras, Miguel I procedió a pacificar el país. La pesada carga impositiva y los abusos de los nobles provocaron la primera rebelión campesina en 1667.
En el siglo XI el reino de Kiev se desintegró en una multitud de principados unidos que apenas pudo resistir el avance arrollador de los mongoles liderados por Gengis Khan a partir del año 1.223. La mayoría de los sobrevivientes escaparon hacia el norte, éxodo que trasladó el eje del poder: la nueva sede del reino ruso pasó a ser Moscú.
Las invasiones mongolas continuaron en los años siguientes, al tiempo que Suecia y Lituania lanzaban incursiones sobre el oeste ruso para apropiarse de sus territorios. La resistencia del príncipe Aleksandr Nevski, con apoyo de los mongoles, comenzó a esmerilar el sentimiento de unidad de los rusos.
El príncipe moscovita Iván II El Grande inició una política de expansión territorial. Llegado el siglo XV, Rusia había multiplicado su territorio.
En 1547 asumió el principado de Moscú Iván IV, “El Terrible”, quien se proclamó Zar de Rusia y ejecutó una política de concentración del poder que llevó a la muerte o el exilio a los nobles que se negaron a someterse a su poder. En 1571 los tártaros de Crimea llegaron a Moscú y la devastaron. Otras guerras contra las potencias fronterizas del oeste llevaron a la ruina al reino.
En 1613, Miguel Romanov fue nombrado zar con el título de Miguel I. Tras firmar una tregua con los estados europeos que amenazaban sus fronteras, Miguel I procedió a pacificar el país. La pesada carga impositiva y los abusos de los nobles provocaron la primera rebelión campesina en 1667.
El inicio de la Primera Guerra Mundial encontró a Rusia poco preparada y en medio de una profunda tensión social por los excesos represivos y la autocracia del Zar. El sistema de alianzas lo obligó a atacar a los alemanes y austriacos, mientras enfrentaba una nueva guerra en el sur contra los otomanos aliados de sus adversarios.
Los reveses en el frente de batalla provocaron la rebelión de febrero de 1917, que destituyó al Zar y formó un gobierno provisional con representación de todas las fuerzas políticas. El nuevo gobierno pretendía instaurar un régimen liberal y parlamentario. Pero el 17 de octubre los bolcheviques liderados por Vladimir Lenin y León Trotsky organizaron una revuelta de los soviets que desalojó a sus adversarios del poder. En 1918, el zar y su familia fueron asesinados por el gobierno revolucionario, dando por terminada la dinastía Romanov.
El gobierno comunista presidido por Lenin procedió a la abolición de la propiedad privada y la instauración de un sistema de partido único modelado de acuerdo al ideario marxista. Se inició un proceso de industrialización acelerada.
La muerte de Lenin el 21 de enero de 1924 dio paso al gobierno de Josef Stalin. El nuevo mandatario avanzó en la centralización del poder y eliminó cualquier indicio de disenso mediante purgas que condujeron a la muerte y presidio de millones de rusos. Además implementó un fallido programa de colectivización forzada del campo que trajo una de las peores hambrunas de la historia del país y la muerte por inanición de al menos 10 millones de personas. Stalin también consolidó el resurgimiento económico y militar de la URSS y le dio proyección internacional al iniciar un programa de expansión de la revolución a otros países del planeta.
En 1939 Stalin aprobó la firma de un acuerdo de no agresión con la Alemania Nazi, conocido como Pacto Molotov Ribbentrop. Al iniciarse el ataque alemán a Polonia, tropas soviéticas ocuparon la mitad de Polonia y cometieron numerosos abusos contra la sociedad y las propiedades del país invadido. Luego invadieron Finlandia, que tras una valerosa defensa con fuerzas muy inferiores debió rendirse y hacer concesiones territoriales a los soviéticos.
LA FEDERACIÓN RUSA Y EL POS-COMUNISMO
En 1991, Rusia firmó un acuerdo con ocho ex republicas soviéticas para crear una Federación que la tendría por socio principal. El 18 de agosto de ese año, un grupo de la vieja guardia comunista intentó llevar adelante un golpe de estado, que fue conjurado por la intervención enérgica del presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin. El fracaso del golpe proyectó a Yeltsin al poder. El Partido Comunista fue disuelto e ilegalizado y el 25 de diciembre se anunció formalmente el fin de la URSS. El 3 de diciembre de 1993, los sectores del Parlamento que se oponían a Boris Yeltsin y su creciente acumulación de poder, intentaron recortar el poder del presidente. En respuesta, Yeltsin ordenó que el ejército bombardeara el Parlamento y luego disolvió el cuerpo legislativo.
El periodo de poscomunismo se vio signado además por la puja entre los grupos políticos por prevalecer dentro del nuevo sistema democrático. Pero además, introducidas las primeras reformas capitalistas, se inició un proceso de apropiación de los bienes que antes pertenecieron al estado en un marco de competencia que no excluía las prácticas mafiosas. Fueron tiempos de crisis económica y empobrecimiento de una gran parte de la población, mientras los nuevos magnates solidificaban fortunas cuantiosas a expensas de los bienes públicos.
Con la llegada del nuevo milenio la economía rusa comenzó a mostrar signos de mejora. El liderazgo del presidente Vladimir Putin logró recuperar una parte del control estatal sobre el sistema económico al tiempo que reconstruía el rol de Rusia como superpotencia, esta vez como competidor y no como enemigo de las naciones occidentales más poderosas.
El periodo de poscomunismo se vio signado además por la puja entre los grupos políticos por prevalecer dentro del nuevo sistema democrático. Pero además, introducidas las primeras reformas capitalistas, se inició un proceso de apropiación de los bienes que antes pertenecieron al estado en un marco de competencia que no excluía las prácticas mafiosas. Fueron tiempos de crisis económica y empobrecimiento de una gran parte de la población, mientras los nuevos magnates solidificaban fortunas cuantiosas a expensas de los bienes públicos.
Con la llegada del nuevo milenio la economía rusa comenzó a mostrar signos de mejora. El liderazgo del presidente Vladimir Putin logró recuperar una parte del control estatal sobre el sistema económico al tiempo que reconstruía el rol de Rusia como superpotencia, esta vez como competidor y no como enemigo de las naciones occidentales más poderosas.
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